lunes, 15 de septiembre de 2014

Un pequeño gesto, un gran cambio


Hoy hay una persona menos en mi agenda telefónica. No es la primera vez que ha sido borrado, pero sí la última. Cuántas veces me he dado cuenta de que tenía que eliminar a gente tóxica de mi vida y cuántas veces he vuelto a recaer. Sin embargo, a cada recaída era más fácil llegar a la misma conclusión: no necesito tanto drama en mi vida. 

Por eso hoy, cierro una puerta y no vuelvo a mirar atrás. Con los cambios vienen nuevas rutinas y mi nueva rutina es prescindir de la gente que me aporta en su gran mayoría, malos tragos. Además, en esta vida todo tiene un principio y un final, y éste no está siempre determinado por la muerte. Nosotros, en nuestro periodo de existencia, tenemos el poder de escribir nuestra propia historia... a pesar de que a veces sea lo más aburrido, es lo mejor para sobrevivir más tiempo. 

El mío es un caso de masoquismo severo que, con el paso de los años, he ido aprendiendo a controlar. Y aunque no haya perfeccionado la técnica, he consguido no tener la necesidad de escribir en este blog cada 2 días. No he tenido ataques de vacío existencial con tanta frecuencia y sobre todo, me he sentido feliz durante un periodo de tiempo muy prolongado. Esto de la paz interior me sienta muy bien y es un complemento que no me apetece nada quitarme.

He descubierto que eliminando a gente superflua de mi vida, gente que no me aportaba nada o que incluso solo me hacía mal, he llegado a un estado de satisfacción personal al que hacía tiempo que no llegaba. Durante mucho tiempo he pensado que si no tenía un drama en mi vida, estaba echando a perder mi tiempo. Es decir, cuando una persona me preguntaba "¿qué tal?" encontraba tremendamente mediocre el contestar con un simple "bien" o "muy bien". Creo que esto no es ni de lejos sano. Por eso he decidido curarme de ese melodrama novelístico al que anhelaba que llegase mi vida. Ahora he bajado al mundo de los mortales y tengo que deciros una cosa... Se está bien, muy bien.


sábado, 2 de agosto de 2014

Lo que yo entiendo por amor


¿Te has enamorado alguna vez? Yo sí, y muy locamente. El de quién y el por qué no tienen explicación racional alguna. Sin embargo sé que he sentido que no podía vivir sin una persona. He sentido que me faltaba el aire cuando me imaginaba la vida sin él. He sentido como su existencia era más importante que la mía. He sentido su fuerza sobre mí, a pesar de no querer ejercerla. Una sola palabra suya era suficiente para hacerme temblar... y no hablemos de una caricia. Siempre lo tacharé de amor platónico, aunque lo que fue es amor de verdad. Amor del bueno y a la vez, trágicamente devastador. Lo curioso es que, si antes de haberle conocido a él me hubieses preguntado si me había enamorado, te habría dicho que sí. Sin embargo hoy te diría que pensaba que me había enamorado, pero que aún no había descubierto lo que es realmente querer a alguien, de verdad de la buena. 
Últimamente he recibido muchas críticas por mi resistencia a asentarme con alguien, a crear estabilidad sentimental en mi vida. Pues es muy sencillo, no pienso conformarme con al menos, lo que una vez sentí. Puede sonar ingenuo, pero es como es. No voy a juntarme a alguien a quien "aprecio" por no quedarme sola. Yo no quiero compartir mi vida con nadie por quien no me sienta como sé que puedo llegar a sentirme con respecto a otro ser humano.
Es como cuando pruebas el jamón serrano de Jabugo. Todo lo demás te sabe bien, pero no te sabe igual. Siempre que puedes comer jamón de Jabugo lo haces. Pues con el amor es lo mismo. Para qué conformarme con un jamón cualquiera.
Por eso a todos aquellos que piensan que estoy descentrada y que con estos ideales tan altos voy a acabar viviendo sola les digo: ¿y qué? Si a vosotros os vale el jamón de york para ser felices estupendo. No todo el mundo tiene los mismos ideales ni las mismas metas en esta vida. No todos necesitamos tener a alguien a nuestra vera para sentirnos bien con nosotros mismos. Y si pensáis que esto son celos, pues puede ser. Yo tengo celos de la gente que encuentra el amor (el de verdad, del que he hablado antes) y consigue perpetuarlo hasta el fin de sus días. A ellos, les envidio. Les envidio porque tienen lo que yo quiero. A quienes no envidio son a aquellas parejas que están por estar, o lo que se dice, que "siguen juntos por inercia". A mi o me haces temblar con tu presencia, o nada. Evidentemente me refiero al inicio de la relación. Al final de la relación (lease la vejez) lo que busco es alguien que sea mi cómplice y compañero, que me siga queriendo igual de incondicionalmente y que no haya perdido la capacidad de hacerme sonreir por el simple hecho de existir.

viernes, 16 de mayo de 2014

La inestabilidad como fin



Todo el mundo me dice que soy un culo inquieto. Y así es. No paro ni un momento, ni siquiera para recobrar el aliento. Esto tiene sus consecuencias, buenas y malas. Cuando viajas tanto es muy probable que lo acabes haciendo en la mayor parte de las ocasiones, solo. Es muy difícil encontrar a alguien que quiera y pueda seguirte el ritmo. Por eso, no es ya raro encontrarme en ciudades desconocidas rodeada de gente pero sola. Con ese sentimiento de incompletud que se hace eco en todas las caras desconocidas que alrededor de mí se arremolinan. A veces me lanzo a interactuar con el medio, a veces me apetece quedarme dentro de mi cabeza y reflexionar sobre mí, sobre todo y sobre nada.
Cuando te mueves tanto, es complicado mantener relaciones estables. Las amistades se mantienen, pero a duras penas. Cuando te marchas te das cuenta de la relativa importancia que algunas personas tienen en tu vida. Cuando te vas de viaje, necesitas menos de ese contacto humano continuo al que las redes sociales y demás tecnologías nos han hecho adictos. Porque tienes tu mente en otra cosa, y no en la pantalla de inicio de tu explorador web.
Hablando con una amiga, sobre estos ataques de vacío existencial que me entran de vez en cuando, me dijo tajante “no te puedes quejar, si viajas tanto… ¿cómo pretendes tener una relación que dure más de un fin de semana?”. Y cuánta razón tiene, y qué dureza en su veraz sentencia. Sin embargo, tras mucho darle vueltas creo que en realidad, aquello de lo que he estado “huyendo” es lo que realmente quiero. Por supuesto que me encantaría vivir un romance de cuento de hadas, pero no cambiaría mis historias de amor por las de ningún otro. Porque entre otras cosas, a pesar del dolor inflingido, son historias que me encanta recordar porque hacen de mi vida algo relevante, aunque sea para mí. Pero sin desviarme de lo que quería decir, aquello de lo que yo, y la gran mayoría de las mujeres huímos, es de una vida sin un “gran amor”, temiendo que si nos entregamos demasiadas veces al final acabemos perdiendo la capacidad de identificar de lo que es real y lo que no.
Yo por fin he aceptado que no soy así. No me gusta atarme a nada ni nadie que no sea yo misma. Lo sé porque cuando me han intentado atar, rápidamente he echado a correr. Algunos lo llamarán miedo al compromiso, yo lo llamo ser sincera conmigo misma. Creo que todo tiene un momento y un lugar y que, cuanto más lo forcemos, con menos nos tendremos que conformar. Vida solo hay una y no quiero vivirla frustrada por no “conseguir” lo que supuestamente está establecido que se tiene que conseguir. Para mí, mi fin último, es realizar un trabajo importante. Con esto no me refiero a un trabajo conocido por todos, sino un trabajo que me permita irme a casa cada día sabiendo que estoy un poco más cerca de hacer de este nuestro mundo, algo mejor. Sí, soy una idealista en ese sentido.
Por eso creo que, al final el tanto viajar, el no quedarme atada en un sitio, es mi manera de evitar quedarme clavada cuando apenas he empezado a volar. Mi vida adulta acaba de empezar, justo ahora he aprendido a manejar las riendas y no pienso parar hasta que no considere que ha sido suficiente… que no tiene por que suceder nunca o puede suceder mañana.
Mi mensaje es que debemos dejar de amargarnos por conseguir lo que todo el mundo espera que consigamos y empezar a vivir la vida pedazo a pedazo, porque al final todos vamos a morir. Eso no lo cambia nadie, y lo que marca la diferencia es cuando miramos atrás y no nos tenemos que arrepentir de nada… ni de lo que hicimos ni de lo que dejamos de hacer.



viernes, 28 de marzo de 2014

¿Do you know who you are?

"If there's one thing I've learned over the years is that it only takes one person, one moment to change your life forever. To change your perspective, your way of thinking... To force you to re-evaluate everything you think you know, to make you ask yourself the toughest questions: 
¿Do you know who you are? 
¿Do you understand what's happened to you? 
¿Do you want to live this way?"

From Grey's Anatomy, brilliant.

martes, 18 de febrero de 2014

¿Dónde está el romanticismo?



¿Es el romanticismo solo lo que vemos en las películas o es algo menos evidente? A veces me pregunto por qué el romanticismo se saltó mi parada. Es decir, por qué cuando veo algo romántico en vez de apreciarlo me río o me muestro tan escéptica que al final, aunque fuera auténtico, acaba por arruinarse. Puede ser que me haya convertido en una amargada escéptica, pero lo que puedo decir es que mi experiencia me ha llevado a ello. Sin embargo mi experiencia es mia, y por eso mi responsabilidad. Todo lo que he dicho y hecho ha sido fruto de las decisiones que he tomado. Muchas veces, sabiendo que hacía mal lo he seguido haciendo. Supongo que no me puedo quejar, y menos adquirir el papel de "cold hearted bitch". 
Por ejemplo, siempre me ha sorprendido la facilidad con la que la gente dice "te quiero". Mis amigos bien saben que no es algo que digo con facilidad, de hecho, alguno se ha quejado de que no lo he dicho nunca. Es verdad que el "amor" no solo se demuestra diciéndolo sino con los actos. Pero a todos nos gusta escucharlo de vez en cuando. Sin embargo, el decirlo lo convierte en real y te deja vulnerable ante lo que pueda ocurrir después de decirlo. No puedes rectificar, ya está ahí fuera y el resto ya no depende solo de ti. 
Quizá sea eso, que huyo del romanticismo como gato del agua porque no me gusta depender de nadie. No quiero que una persona entre en la ecuación de mi toma de decisiones, aunque supongo que es inevitable. Pero es verdad, tengo miedo a la presión que una persona pueda tener en mí con respecto a lo que hago en mi vida. Digamos que soy individualista e independiente de manera axiomática. Es algo que no puedo cambiar. También podría decir que no he conocido a la persona adecuada, pero eso es mentira. Adecuadas muchas, el problema es que mi narcisismo me ha llevado a pensar que de momento ninguno se ha merecido entrar a formar parte de mis planes a largo plazo. Lo que yo me pregunto es si es que todos somos así y acabamos renunciando a una parte de nosotros para formar parte de algo más grande o si en realidad, tengo un corazón de hielo y nunca jamás encontraré a nadie.
La verdad es que cuando me preguntan si me quiero casar y tener hijos, siempre respondo: "no es que no quiera, pero no es un punto clave de los planes que tengo en mi vida". Por supuesto que no quiero estar sola ni sobre todo, sentirme sola. Pero he tenido pareja y me he sentido sola, luego no creo que sea un factor determinante. Tampoco digo que no me guste sentirme querida ni querer a otra persona, sin embargo es algo que no puedo controlar y mucho menos decidir sobre ello. No sé, a veces creo que sería más feliz con alguien a mi lado y a veces pienso que mejor sola. Por eso me pregunto si realmente el romanticismo como lo definiríamos cualquiera de nosotros existe o si en realidad es un concepto que cada uno hacemos a nuestra medida.