Miedo al vacío, como los celtas en su arte, es como yo me siento. Intento rellenar todos los espacios de mi mente para acorralar los pensamientos que ahora campan a sus anchas por mi cabeza. Parece que todo lo que toco tiende a desaparecer. Y la verdad es que es mi culpa, porque tiendo a aferrarme a cosas abocadas al fracaso. Mi vida se ha convertido en una metáfora. Es muy bonita, pero no tiene un significado real. Me siento distante.
Últimamente no me apetece escuchar música animada. Sólo quiero ver series y entretenerme con ficciones para no tener que afrontar mi día a día. Lo sé, cobarde y melodramático. Eso es lo triste, que me doy cuenta y no le pongo solución. ¿Por qué? Pues no lo sé. Supongo que necesito un empujón... ¿Voluntarios?
Me doy excusas a mi misma continuamente para justificar mi falta de compromiso ante mis obligaciones, que por cierto no son muchas. Me intento dar palmaditas en la espalda diciéndome que ya estoy haciendo suficiente. Pero no es verdad. No sé qué me pasa y no sé como controlarlo. Supongo que escribir aquí es el primer paso hacia una posibe solución.
Tengo miedo a no conseguir lo que quiero y quedarme en bragas, miedo a no tener un plan B lo suficientemente bueno. Aunque está claro que quien no arriesga no gana, también es verdad que el que no lo hace nunca pierde. Es cuestión de valentía sí, pero también de sentido común. Lo de siempre, el corazón te dice una cosa y la mente otra. En mi caso ambas gritan al unísono lo mismo, el problema es que no me veo acompañada por nadie, eso es, vacío de nuevo.
Me pregunto si será siempre así. Y no me refiero a una pareja sentimental, me refiero a que últimamente he perdido la complicidad con mucha gente. Mi grupo de amigos desde que soy adolescente, poco a poco se ha ido reduciendo hasta que sólamente puedo salvar a 2 o 3. Mis amigos de clase, cada vez más lejos. Y todo, como he dicho antes, desaparece. Y más rápido lo hará si yo decido irme a otro país.
Ahora es como si en mi mundo no hubiera gravedad. Apenas controlo mis movimientos y la entropía de lo que me rodea va en aumento. Y aunque sé que una vez más me encontraré y me daré cuenta de que no es tan malo como parecía, hoy por hoy, estoy triste. Y no es que el estar triste me haga una persona infeliz, es simplemente que ahora mismo no tengo lo que quiero. Sonará infantil, pero al fin y al cabo ¿no nos pasa a todos? Cualquiera quiere tener lo que desea. Y yo ahora, no puedo. No porque no lo intente, sino porque aún no se han inventado las máquinas para viajar en el tiempo.
Hasta entonces, habrá que lidiar con el presente. Hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo... Tic Tac.