Ya ha llegado. Pensé que al retrasarse tanto no vendría. Pero aquí está, fría y distante. De mi y de todo. Es como despertarme tras 12 horas durmiendo. Abrir los ojos sin saber muy bien dónde estoy, si mi imaginación encaja con la realidad. Escribo porque no sé que decir, cómo decirlo. No he querido hablar de ello, porque decirlo en voz alta significa que es real, mientras esté en mi cabeza será solo un pensamiento. Ella ha llegado, tras esperar en el descansillo durante un par de meses, ha acabado llamando a la puerta y... yo le he dejado pasar. Así son las cosas, buenas o malas. Supongo que buenas, porque a pesar de que ella está aquí, me siento íntegra. Sin embargo su frío y su distancia son contagiosas, su mirada tan llena de nada. Voy a ir preparando una habitación para ella, porque se quedará un tiempo conmigo. Nunca está de más recibir a una vieja amiga. Puede que hasta la haya echado de menos.
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