Son las 15:30 y ella conduce rápido para llegar al cine y de pronto...¡No! Hoy no quiere prisas. Hoy quiere regalarse un tiempo. Ciudad Universitaria, Moncloa. ¿Metro a Ventura Rodríguez? ¿Para qué? Camina tranquila por la Calle Princesa mirando todo. Como diría Jorge Drexler "como quien sabe que cuenta con la tarde entera, sin nada más que hacer que acariciar aceras". Cines Renoir: "una para Bon appetit a las 18:00, por favor" "¿Fila 8?" "Perfecto". Y a perderse, a caminar. Creperie y saborear una deliciosa merienda a solas. Y seguir caminando, callejeando. Buscando sin buscar y encontrando miles de sitios perfectos para volver otro día. 17:55 sentada en la fila 8 deseosa, expectante. Y ahí está él en la pantalla. 19:45 y aún con lágrimas en los ojos sale, sigue llorando calle arriba. ¿Metro? ¿Para qué? Hoy el frío se ha quedado dormido y no sale. Perfecto para pasear. Las luces de navidad alumbran sus lágrimas mientras sonríe y la gente la mira extrañada. ¿Quién puede llorar mientras ríe? Después conduce a 100 tranquila, no pesa, casi flota. Sonríe aún extasiada con la tarde que ha pasado. Sola con sus pensamientos. Apenas un regalo de cuatro horas para sí misma, para su disfrute. Y llega a casa y escribe. Relata lo vivido. ¿Acaso no es hermoso regalarse, de vez en cuando, una tarde?
Precioso. Me gustaría haberte acompañado. La tarde pintaba perfecta.
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