Hoy es de esos días en los que desearía que fuese lluvioso, nublado. Para acompañar mi estado de ánimo. No lo definiría de depresivo, pero tampoco tengo ganas de cantar por la ladera a lo más puro estilo Heidi. Últimamente tengo un sentimiento continuo de espera, pero no sé muy bien a qué espero. Pero noto que es algo grande. Normalmente mi vida se basa en expectativas creadas a corto-medio-largo plazo. Es decir, vivo para ese fin de semana que me iré de viaje, o para ese día en el que haré un plan genial, despreciando considerablemente el presente.
Y es que si el presente es un regalo, vaya caca de regalo... yo lo querría devolver, qué pena que haya perdido el ticket de compra. El presente como tal, nos recuerda lo que ya nunca tendremos y todo lo que podríamos tener, pero que estamos atascados hasta que lo consigamos. Y una vez conseguido, nos dará igual porque seguiremos queriendo alcanzar algo más allá. En efecto, estoy definiendo la ambición.
Por eso hay veces en las que me planteo, ¿de veras es positivo ser ambicioso? o por el contrario, ¿no seríamos más felices conformándonos con lo que hay, sin pedirle peras al olmo? Ahí cada cual con su motivación personal. Yo sé que por mucho que quiera jamás me conformaré con lo que hay, lo cual en parte, es una putada. Total, al final todos vamos a morir y lo que hayamos hecho aquí no habrá tenido trascendencia (a no ser que seas ese Einsten, 1 entre 1 millón), pero no marcaremos la diferencia, y aunque lo hiciéramos, moriremos igual. Porque que yo sepa, Einsten está muerto y en menos de 100 años yo también. Yo siempre me aferro a aquello de "la vida tiene el sentido que tú quieras darle". El sentido de la mía está muy claro. A ver si me pongo a ello de una puta vez por todas.
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