Vivir es duro. Muy duro. Siempre hay que volver a levantarse, porque la alternativa da miedo. Mucho miedo. Padezco de lo que se llama "miedo a la inmensidad". No puedo meterme en el océano si el agua me cubre más allá del cuello. Simplemente me entra un ataque de pánico. Esa misma sensación es la que tengo cuando pienso en la muerte. Noto como el corazón se me acelera, como me quedo sin aliento y como ya estoy entrenada, distraigo mi mente con cualquier pensamiento absurdo. Todo con tal de olvidarme de que soy mortal.
A veces me pregunto qué sentido tiene preocuparse por la salud. Por qué comer sano y no beber ni una gota de alcohol si eso te va a hacer todo más dificil. Sí, vivirás más, pero peor. No soy una persona de vicios. Alguno tengo, pero bastante inocentes diría yo. Sin embargo, a veces me tengo que evadir de la realidad. Últimamente diría que casi todos los días. Por eso me pregunto, ¿qué sentido tiene seguir con tu vida cuando no te proporciona la felicidad que necesitas? Nos engañamos una y otra vez pensando que si hacemos esto o hacemos lo otro será mejor. Pero a cada día que pasa se hace más complicado. Aún así, como ya he dicho, no tiro la toalla porque la alternativa es peor, mucho peor y da miedo, mucho miedo.
LIVE. BE HAPPY. DIE.
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