Las piedras del camino me han endurecido las plantas de los pies. Tantas heridas me han insensibilizado. Estupendo, ya puedo seguir andando. Estoy tranquila y segura de lo que quiero hacer, estoy convencida de que Madrid no es lugar para mí. Quiero conocer y ver. Sentir.
Tengo que dar las gracias a tanta gente por haber estirado de mis párpados para ver lo que realmente tengo delante de mí: un mundo entero por conocer. Un millón de lugares y de gente por descubrir.
No echaba de menos mi casa, no quería volver a la rutina. Sin embargo el haberme arrancado de allí tan rápido como fui, me ha infundido ganas de conseguir lo que quiero. De ser libre y de salir de donde estoy encerrada desde hace tantos tantos años. Como ya he dicho, Madrid no es sitio para mi.
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