martes, 1 de junio de 2010

Locura sin color

Me encuentro a oscuras, un día entre semana, entre examenes y agobios. Me encuentro, una vez más, pensando en las relaciones humanas. Pensando en si de verdad existirá una persona para cada cual, o si es un juego al que nos gusta jugar para no sentirnos solos. Si realmente el aguantar a otra persona, ceder, disgustarse... merece la pena. A veces me creo lo del alma gemela, a veces no. Según mi necesidad anímica. Sin embargo la independencia, el hacer lo que uno quiere con su vida, sin más sin menos, ¿no es más fácil? ¿Acaso el vivir emparejado es una premisa social para no ser un solterón con todo lo que conlleva? Por qué compadecerse de aquellos que nunca se han emparejado, por qué torturarles con caras de compasión y de pena, cuando quizás sean mucho más felices que aquellos que están casados y tienen hijos. Puede que simplemente hayan optado por el camino en el que son ellos los que dirigen el curso de su vida, sin permitir que nadie lo cambie. Yo creo que en el fondo, el paso del tiempo nos acojona. Cuando se es joven se tiene mucha energía para hacer lo que sea, pero al llegar determinada edad (o al menos es la sensación que me da) salta el botón de "debería estar casado/a y tener una vida en familia". Si cada persona es diferente, cada persona tendrá una manera distinta de ser feliz, ¿no? A unos les hace feliz el compromiso, a otros la informalidad, ¿qué más da mientras no se dañe a nadie? (al menos no intencionadamente). Supongo que estoy cansada de los clichés de la sociedad. Y sí, me doy cuenta de lo hipócrita de mi sentencia, pues sé que yo soy la primera que, en algunos aspectos, se ciñe a los mismos. Me encantaría que no existiesen para dejar de comportarme como una máquina fabricada en serie, para que tódos dejásemos de comportarnos así. Que no hubiese encasillamientos. Supongo que soñar es gratis.

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