sábado, 28 de febrero de 2009

New York


El bullicio de las calles se colaba por la ventana de mi habitación. El hotel estaba dormido, pero las calles irradiaban vitalidad. Yo, mientras, dilucidaba si debía o no dar un paseo. Mañana tenía trabajo, sin embargo, la ciudad me requería. Me puse la chaqueta y salí a la calle. La brisa azotó mi pelo y sonrojó mis mejillas. El frió se entremetía en mi ropa alcanzándome la piel. Cada vez caminaba más deprisa para entrar en calor.
Llegué a Times Square, un sitio que nunca dejará de gustarme. Siempre cosas distintas, siempre lleno de gente, donde está el Hard Rock Cafe, donde graban los noticiarios, escenario de muchas películas. Es una ciudad que me hacía sentir como una estrella de hollywood, pero menos brillante... más insignificante.
¿Es eso lo que soy? Un punto en una línea infinita, un grano de arena en el desierto. Sí, soy insignificante y siempre lo seré. Mi ausencia no causaría una ecatombe mundial, ni tampoco la evitaría. Sí, y no me gusta reconocerlo. Soy protagonista de algo artificial llamado vida.

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