sábado, 21 de febrero de 2009

Reflejo

El contorno de su sonrisa me hace volver a su realidad, un esbozo de felicidad que emana de su boca. Una corriente atraviesa el aire entre sus ojos y los míos y creo caer en un infinito obtuso. Luego me miro al espejo, observo, compruebo que mi reflejo confirma lo que mis sentidos me transmiten porque, los seres humanos tenemos esa capacidad o quizás, esa discapacidad, de a veces no poder discernir entre lo real y lo imaginario. Es eso lo que nos hace especiales, o al menos eso creo.
Vuelvo a mirar al espejo. Esta vez ya no está, se ha ido. He dejado que se vaya, o quizás se haya ido sin decir adiós, sin siquiera un hasta pronto, se ha ido y no va a volver. No entiendo que es lo que pudo fallar, pero ya no está y eso ya no importa, porque por mucho que escudriñe no voy a encontrar solución al problema. Ahora me queda el espejo y mi reflejo en él. Una lágrima se desliza por mi mejilla, y yo muda, esperando a que alguien me ayude a secarla, pero nadie viene, el reflejo sigue vacío. Esa electricidad ha desaparecido, ya no estoy conectada con el mundo, finito, sin ángulo... me dejo llevar por el desdén de la falsedad. La impasividad del tiempo me ha atravesado y me ha dejado sin respiración, ya no hay vuelta atrás, ya no hay nada que hacer, nada... tan solo seguir existiendo.

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