domingo, 31 de octubre de 2010

Hoy he leído una frase de una película que decía algo así como que los adultos ya no nos sorprendemos por nada, excepto cuando estamos enamorados. La verdad, no sabía si darle la razón o no. Pero desde luego yo, pensando en mí, no estoy de acuerdo. Será porque soy rara, tal vez infantil o simplemente demasiado pasional, pero yo adoro sorprenderme cada día con todo. A veces me sorprendo a mí misma pensando en lo maravilloso que es que un avión pueda volar, que el agua caliente salga de mi ducha o que una canción sea capaz de hacerme llorar. La gente da las cosas por hecho. Como si todos los días todo fuese lo mismo y siempre hubiese sido así. Yo reivindico la sorpresa, el asombro, la boca abierta llena con una sonrisa. Porque me gusta mirar los árboles cuando voy en el autobús y observar cómo otra vez es primavera, porque me encanta probar sabores nuevos o que alguien me haga pensar con una reflexión o simplemente ir escuchando música por la calle y sonreir como una boba solo por el hecho de sentirme viva, feliz y que no me falte de nada. ¿Acaso no es maravilloso ser feliz? Tengo todo lo que una persona puede desear: una familia que me quiere, unos amigos increíbles que siempre están y estarán ahí (y me encanta saberlo), una casa, una cama caliente, una carrera preciosa con la que podré trabajar, tengo salud... Estoy viva, respiro. A veces me sorprendo pensando todas estas cosas. ¿No es maravilloso?

Aletheia

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