Él me dijo que me regalaba su sonrisa. Dudé al principio, pensé que me estaba engañando. Nadie puede regalar una sonrisa y, aunque se pudiese, no la regalarían sin más, habría que ganársela... o al menos eso creo yo. Sin embargo, con total altruismo me ofreció ese segundo de su felicidad, compartirlo conmigo, hacerme feliz a mi también en ese instante, pues no he visto jamás sonrisa tan sincera, sin carcajada, pero llena de sentido. Lo malo es que me he enganchado, necesito de sonrisas para alimentarme. No creo que pudiese sobrevivir en un mundo de caras inexpresivas o tristes. Y como yo, seguramente otros, por eso procuro, al igual que hizo conmigo, regalar mis mejores sonrisas a quienes pueda, para completar así una cadena de alcance mundial, en la que una sonrisa signifique lo mismo para todos, que nos llene a todos por igual. Es sorprendente cómo una simple mueca te puede cambiar, te levanta el ánimo, te da confianza, seguridad y en general un cúmulo de sensaciones agradables que te recorren de arriba abajo como un calambrazo. Ahora es cuando quiero darle las gracias en concreto a una persona por sonreirme cada día a pesar de todo y en general a todos aquellos que sólo con verme ya me sonríen. Es un gesto bobo, algo nimio, pero que encierra un gran sentido. Sé que no soy la primera en hablar sobre las sonrisas... y espero no ser la última.
Un saludo y, como no, una sonrisa :)
Un saludo y, como no, una sonrisa :)
Sigue sonriendo, porque cuando yo no lo hago y te miro me haces sentir bien.
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