Hoy apenas he mirado el reloj. Poco me ha importado el paso del tiempo. Es uno de los muy frecuentes días en mi vida últimamente en los que no me importa lo que sucede a mi alrededor. Centro la mirada en un punto y continúo hasta que me escuecen los ojos.
Y de repente, cuando por un segundo soy consciente del tiempo que estoy perdiendo, me entran ganas de salir a la calle, pero hace frío, pero no hay nada que hacer por aquí. Salir a las oscuras y vacías calles me resulta más deprimente aún que seguir con la mirada fija en ese punto. Y ahí me he quedado. No sé cómo ni cuándo conseguiré despegarme. Tampoco tengo muchas ganas.
How much grief can a human soul take?
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