jueves, 6 de agosto de 2009

Una noche por Madrid

Ella caminaba despacio, saboreando cada segundo que pasaba a su lado. El viento se enroscaba en su pelo, como los dedos de ambos. A paso acompasado, miradas furtivas y deseos incontrolados. Todo ello en una calle intransitada de Madrid. Todo ello sin nada que decir, sólo cosas que sentir, que escuchar, que oler, pero sin pronunciar una palabra.
Seguía caminando, pero algo extraño pasaba. Los pasos acompasados no eran tan contundentes, el eco era de una sóla pisada. El viento ahora se enroscaba en sus dedos, vacíos. No palpaba más que aire. La mandíbula desencajada y visión nublosa.
Ahora lo entendía todo, estaba soñando despierta, o más bien alucinando. Se acordaba del momento en el que todo empezó. Esa copa que se pidió, no sólo llevaba ron y coca cola. Era algo más. Algo que al principio vino acompañado de euforia y que ahora sólo le dejaba un mal sabor de boca por el vómito que había provocado.
Sóla en la calle, sabiendo que cualquier persona podría hacerle lo que quiera, tenía miedo y sus rodillas cedieron. Su cuerpo se posaba sobre el suelo. Los minutos pasaban como horas y ella sólo deseaba que todo pasara. Quería llegar a casa y sentirse segura, pero su cuerpo había pasado a ignorar sus pensamientos, estaba dividida en dos.
Se sentía estúpida, titubeando con voz temblorosa, anhelando que alguien le sacara de ese agujero. Pero nadie llegaba, nadie. Entonces cerró los ojos, dejando ganar al cansancio.

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