sábado, 30 de mayo de 2009

Encrucijado

La leyenda de un cualquiera fue medida en graduación de alcohol. El señor encrucijado decía que nunca se sabría de él, pues nunca supo él de nadie, mas que de su botella de ron. Loco le decían, por sus habladurías de tesoros y piratería. Un parche en el ojo llevaba, mas todos pensaban que era un disfraz. Un disfraz que difícilmente ocultaba su dolor, su soledad.
¿Y no somos nosotros, más bien, como el encrucijado que escondemos nuestros miedos por debajo de la piel? Me atrevería a decir que sí, que como él, todos igual. Es la moda que nunca pasará, esconderse tras uno mismo, o más bien, esconderse uno mismo detrás de su yo externo. De la forma que le ha dado a su disfraz. El encrucijado pirata, la puta de dama, el pobre de rico... Falsedades que cubren el mundo como el velo de una viuda que se pone por su difunto.

domingo, 24 de mayo de 2009

Anoche sigue siendo hoy

Abro los ojos, miro el reloj. Las 4 am. Me levanto a por agua, estoy sedienta. Me vuelvo a acostar. Vuelvo a abrir los ojos. Las 7 am. Me vuelvo a levantar a por agua, sigo sedienta. Me vuelvo a acostar. Las 10. Ya puedo levantarme. Bajo y me pongo leche en una taza... Joder, esta cortada. Se me ha quitado el hambre, me meto una galleta sin ganas. Subo y me tumbo en la cama, pienso en ayer, pienso en hoy y mañana. Qué he hecho mal y cómo solucionarlo.
Eso, pensar, pensar, pensar. Se me da muy bien pensar, que pena que no se me de tan bien actuar. Siempre planificando para que con el más mínimo desajuste se vaya todo al traste. Me equivoco de estación, estoy no sé donde, llorando, hablando por teléfono con mi mejor amigo. Necesito verle. Cojo aire, me pongo en pie, me seco las lágrimas y vuelvo a entrar en el metro. Todo el mundo piensa que estoy borracha. No lo estoy.

sábado, 23 de mayo de 2009

De vuelta

El otro día iba caminando por la calle, pensando en mis cosas y, de repente, sin previo aviso... me encontré conmigo misma. Era tal y como yo me imaginaba, un poco más fea quizás. Simpática, sí, reservada tal vez. Me contaba que había estado ausente durante un tiempo debido a que necesitaba descansar. Descansar de todo lo que le había atormentado durante los últimos meses, que necesitaba un respiro. Me contó que había echado mucho de menos todo, a todos. Que tenía pensado quedarse un tiempo pero que presentía que tendría que volverse a ir. - Yo también te he echado de menos - le dije. Ella simplemente me sonrió, una sonrisa que sin duda era auténtica y que, por supuesto, también había echado de menos.
Después de charlar un rato decidimos ir a tomar algo en un parque cercano, tomar el sol, disfrutar del incipiente verano. Le conté todo lo que había pasado en su ausencia, cómo había habido momentos en los que creía que me ahogaba y que, nada mas verla en la otra acera, mi cuerpo había dejado de ser una cárcel.
Al caer la noche me dijo que se tenía que ir, pero que no andaría lejos, que no me preocupara, que iba a estar ahí algún tiempo. La cuestión es que no se cuanto tiempo tiene pensado quedarse, pero lo que sí sé con certeza es que la he echado de menos y que tendré que hacer lo posible para que no se vuelva a ir, porque la agonía de no ser uno mismo es casi insoportable, menos mal que siempre tengo gente a mi lado que me recuerda lo que soy, lo que quiero ser...


Siento el pequeño lapso de "no escritura", Lalalie ha vuelto :)

sábado, 9 de mayo de 2009

Luz

Aquí estoy, una noche más.
La habitación está oscura, desierta. Aunque eso sólo es en apariencia. Realmente está llena, de hecho rebosa. Hay demasiados miedos y preocupaciones vagando por mi cabeza. Salen de ella para atormentarme y llenan mi habitación mientras yo solo puedo mirar al techo buscando inútilmente un antídoto contra mis pensamientos. "Pienso, luego existo". A veces quisiera no existir.
Me ahogo. Mis cavilaciones me aprietan, me atan, me desgarran. Demasiado fácil caer en la autocompasión en vez de pensar que todo tiene solución. Hay días que parece que todo sale mal, que no hay ninguna razón para continuar, que la única manera de sortear las dificultades es encerrarse en ellas.
A veces lo único que necesitamos es un poco de luz. Sin querer (y a veces queriendo) nos sumimos en la más negra de las noches. Es necesario un rayo de luz que alumbre nuestra absoluta oscuridad. A veces solo anhelamos una voz amiga, un susurro que nos de ese aliento, un abrazo y esas palabras mágicas "todo va a salir bien". Esa es mi luz. Mi señal. Mi motivo para seguir. El momento en que empiezo a salir de la negrura. El resurgir de mi esperanza, perdida hace tiempo.
A veces necesitamos que alguien nos recuerde que somos felices. Porque a pesar de las dificultades y los miedos SOMOS felices. Hay personas que nos quieren y que están siempre ahí para darnos su luz cuando nuestra existencia se nubla. Nuestro problema radica en que a veces lo olvidamos...
Aletheia

lunes, 4 de mayo de 2009

Reflexion de un venusiano

Quizás porque no pertenezco a este planeta es lo que me hace pensar que realmente necesito estar aquí. Probablemente sea por mi condición inhumana por la que me siento, sin estar, estando. Será que a los venusianos no se nos da bien adaptarnos. A lo mejor es que simplemente tenemos un problema con el oxígeno terrestre. A lo mejor es porque sabemos llorar de alegría sin saber lo que es amar. Puede que nos envidien por no sufriri las consecuencias de entregarnos completamente a otro ser. Sinceramente, no sé de qué diablos hablan, yo lloro de la emoción, sí, pero porque llevo muchos años aquí. Sin embargo nunca jamás llegaré a sentir la felicidad plena que supone el ser de alguien, el tener a alguien, aunque sea un segundo. Nunca he sabido qué es besar. Siempre he querido sentir la caricia de alguien a quien quizás pudiese amar si no fuese venusiano. Ojalá el universo no me hubiese castigado con mi condición inhumana.

sábado, 2 de mayo de 2009

Algo que nunca nadie escribió


El confuso y tenue sonido del río a su paso hizo que me despertara. Un susurro de viento helado hizo más fuerte el dolor que sentía por el entumecimiento de mis manos. La mirada se me perdía en el horizonte dibujado por las majestuosas montañas, tan firmes como siempre, impasibles al paso del tiempo. Me gusta venir aquí arriba. La inmensidad de la naturaleza me hace sentir insignificante, simplemente que no existo.
Todos anhelamos sobresalir en algo. Si bien no siempre a escala mundial, pero sí en nuestro pequeño círculo. Buscamos ser los mejores en algo. Aunque sea ser los mejores en hacer todo mal. El caso es destacar. Sin embargo, yo aquí, débil, en un lugar del mundo donde nadie nunca sabrá que estado, ni quiero que se sepa. Quiero guardarme mi existencia. Que nadie sepa qué ha sido de mí.
Si no le importase a nadie todo sería más fácil. Aunque más gris, quizás negro. Pero aprendería, el hombre es capaz de aprender, de superar. Acostumbrarse. Llevo acostumbrándome a la vida desde que nací. Ahora hay un punto de inflexión. Creo que me voy a quedar aquí, para siempre. Donde sólo me preocupe cómo mantener las manos calientes.


Lalalie.