lunes, 13 de junio de 2011

Tirarse a la piscina...


Cuántas veces habré pensado "yo no haría así las cosas"... y cuando tengo la oportunidad de hacer las cosas como yo las haría, me inclino por no seguir mi propio consejo. Quizás porque los seres humanos no somos tan listos como creemos, quizás porque en el fondo somos todos masoquistas. El caso es que una y otra vez nos hacemos daño, a pesar de que, desde el principio, sabemos cuál es el camino que no va a doler.
Siempre es mejor un segundo de felicidad que ninguno, aunque el precio sea el dolor. Pero esque el dolor ha inspirado a muchísimos artistas, el dolor nos hace querer más, salir del agujero. A mi el dolor, me hace crecer. Porque quien no ha sentido el dolor no puede tenerle miedo, hasta que uno mismo no lo puede hasta palpar, no se puede ni vislumbrar lo que es. Si el precio de la felicidad es ser ignorante, No gracias, me quedo con lo que tengo. Porque el ignorante no tiene miedo a lo que no conoce, puesto que ni siquiera tiene la inquietud de imaginarse qué hay más allá de su entorno.
La verdad es que, con todo, al no hacer las cosas como mi yo ética-políticamente correcto hablando las haría encuentro situaciones más emocionantes. Como le he dicho hoy a un amigo, hay que tirarse a la piscina y a veces puede que esté vacía y te des una torta, pero cuando está llena, ES UNA PASADA.

2 comentarios:

  1. El problema de mi piscina es que tiene agua pero no es profunda, se ve el fondo...

    Muy buena. En los momentos decisivos hay que intentar lanzarse aunque duela, eso nos hace crecer como dices :)

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  2. Discrepo. Solo se tiene miedo a lo desconocido. Nada tan emocionante como lanzarse a la piscina. El resultado es secundario, la mejor sensación es estar en el aire.

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