jueves, 26 de abril de 2012

Pesadilla


Acabábamos de terminar el curso por el mes de junio cuando recibimos una invitación a un congreso de cardiología para estudiantes de medicina. La verdad es que fue inesperado, puesto que no habíamos oído hablar de tal congreso. Aún así como estábamos de vacaciones unos amigos y yo decidimos ir. 
Era un día cálido y soleado de verano. De esos que te ponen de buen humor simplemente porque sí. Cogimos el coche ranchera de un amigo y nos dirigimos hacia el congreso, que tendría lugar en una pequeña masía en un pueblo de algún lugar. Cuando llegamos allí había más coches aparcados, no éramos los primeros en llegar, de hecho éramos los últimos. Decidimos dejar el equipaje en los maleteros y no cogerlo hasta después de la charla introductora, a la que llegábamos ligeramente tarde.
Al entrar estaba todo bastante envejecido, pero limpio. Seguimos las indicaciones hacia el salón de actos donde había unas 30 personas contando con nosotros. La única luz que había procedía de una gran pantalla blanca en el fondo de la sala. 
Al sentarnos empezó a sonar una voz en off: "vamos a ir llamando por nombre y apellidos a las personas para ir entregando las acreditaciones". Por fin mi nombre sonó, el primero de todos mis compañeros. Ojalá hubiese sabido que tras entrar tardaría mucho más de lo esperado en salir.
Al entrar en la siguiente sala, recibí un golpe en la nuca con algo contundente. Lo siguiente que recuerdo se estar en la cama alta de una litera esposada a la misma y con el peor dolor de cabeza de mi vida. Miré a mi alrededor, aturdida. Estábamos en lo que parecía un granero. Muchas más literas a mi alrededor con gente igual de aturdida que yo, todos vestidos con una sábana vieja y sin zapatos. Estaba todo oscuro y mi visión borrosa. No entendía nada, empezaba a sudar y la histeria se apoderaba de mi cuerpo ¿Dónde estaba?¿Por qué me habían golpeado?
De pronto, se abrió la puerta principal de metal, lo suficientemente grande como para que entrase un tractor. Nunca olvidaré su cara, era un señor claramente rural, calvo y bajito, fuerte. Tenía la mirada extraviada, imposible adivinar lo que estaba pensando. Su boca estaba torcida hacia la derecha, como si le diese asco lo que estaba viendo. 
Entonces, se paró en la litera que estaba inmediatamente después de la mía y señaló al chico que estaba debajo. Sin mediar palabra y amenazándole con una porra (probablemente la que había usado para noquearnos) le quitó las esposas y le llevó al centro de la sala. Hasta entonces no me había fijado pero estaba lleno de aparatos para toda clase de torturas. Desde las cosas más burdas como mazas y martillos hasta algo que parecían catéteres. No entendía nada de nada.
El chico en cuestión que había sido seleccionado para satisfacer la macabra afición del anfitrión se sentó en una mesa. El hombre le puso la mano sobre un madero y empezó a atizarle los dedos con la misma porra. Los gritos de dolor fueron lo más espeluznante que había oído hasta el momento, aunque todavía no había visto nada.
Cuando había terminado de mutilar la mano de mi compañero, su mueca de asco cambió a una de satisfacción o más bien de placer. Le volvió a esposar y se fue. Inmediatamente todos nos volcamos sobre el pobre chico que estaba en una tremenda agonía. Nada podíamos hacer no teníamos ni agua ni vendas, además de que las esposas no nos dejaban movernos de la cama.
Así se sucedieron los días, con torturas nuevas y tremendas. De hecho un día, descubrí para qué servían los catéteres. Una chica trató de escaparse y fue cuando oí hablar a ese hombre por primera vez, era la misma voz en off del primer día: "A los que se porten mal, les tocarán los peores castigos"... Preparó una mesa cuidadosamente, sedó a la chica y comenzó un cateterismo, ese hombre tenía que ser médico, de otro modo no sabría hacer esas cosas. Empezó a hablar "A mi en la carrera me enseñaron a curar, pero yo lo que quería era hacer lo contrario. Un procedimiento mal hecho... y voilà miocardiopatía a la carta".
Un día, me señaló a mí. Me había llegado el turno pero yo solo pensaba en como escapar de ahí. Me daba igual el castigo, tenía que intentarlo. En cuanto me desesposó, como todavía estaba en la cama superior de la litera, me abalancé sobre él y le tiré al suelo. Salí corriendo por la puerta principal y logré meterme en el campo de trigo que rodeaba la masía. Corrí como no había corrido en mi vida, ni siquiera sentía el dolor en mis pies ni el cansancio. Sólo quería salir de ahí, como fuese.


Y por esto comprenderéis que hoy no he dormido muy bien. 

domingo, 22 de abril de 2012

Pequeña reflexión post-embarrassment


Aunque yo sea de las personas que dicen tener integridad, no me creáis. Hay pocas cosas, o más bien pocas personas que pueden hacerme perder mi dignidad, pero las hay. Independientemente de que lo haga a propósito o no. Simplemente consiguen, sin proponérselo normalmente, que me humille. De hecho, lo hago muy bien yo solita. Me cuesta mucho ver los límites cuando hay sentimientos de por medio. Me encanta escucharme dando consejos sobre cómo no arrastrarse por nadie ni dejar que te pisen, cuando yo soy experta en ambas cosas. No es que lo haga a menudo, pero es que lo hago muy bien.
Cuando alguien te ha demostrado por activa y por pasiva que no eres más que un entretenimiento que le ayuda a evadirse de su aburrida vida, que no le importas ni medio pimiento (a pesar de que te diga que eres muy especial, porque claro te quiere mantener cerca) sigues intentando obtener ese aprecio que tanto necesitas. Esas palabras de aliento, que aunque falsas no son vacías de significado. Es triste necesitar a alguien porque necesitas que te digan lo bueno que hay en tí, aunque sea con fines egoístas (ya nos sabemos lo del perro del hortelano... ni come ni deja comer). Pues eso, que desde aquí me hago un llamamiento a mí misma para hacer ejercicio de contención y dejar de soñar despierta con cosas que no van a pasar y menos a intentar hacer que se hagan realidad con atentos estúpidos (y suicidas sentimentalmente hablando) que dejen mi personalidad por los suelos. 



jueves, 19 de abril de 2012

El miedo a la desigualdad



Todos no somos iguales, es decir, todos somos diferentes. Parece obvio pero a la gente le cuesta mucho entenderlo. Nos puede parecer justo o no, pero el caso es que las diferencias entre sujetos existen. Desde algo tan básico como el sexo, a cosas más elementales como la inteligencia o cualquier habilidad específica. 
Me comentaba un amigo: si dos personas que tienen el mismo trabajo con los mismos objetivos y una de ellas es menos inteligente que la otra, por ende, menos eficiente (es decir, invierte más horas de su tiempo) y obtiene el mismo resultado que el que es más inteligente, ¿debería recibir un extra por el tiempo invertido? Yo a esto respondo con un rotundo NO. Es muy sencillo: no todos valemos para lo mismo. Puede sonar arisco, pero es cierto. A mí nunca se me ocurriría ser pianista profesional. Yo toco el piano sí, y me esfuerzo mucho, pero nunca llegaré a tocar como Rajmáninov. ¿No deberíamos premiar al que lo hace mejor y no, precisamente castigarle por tener un don? 
No digo que no se deba valorar el esfuerzo de las personas, es muy loable. Pero al final lo que cuenta es la eficiencia y los resultados. Yo si tengo que poner a alguien de director de una empresa, no lo voy a hacer sólo porque se esfuerce mucho, lo voy a hacer porque sé que va a ser el más eficiente y el que mejor sepa resolver vicisitudes (es decir, el más inteligente y que por supuesto, sea trabajador). Pues lo mismo me vale uno poco inteligente que uno listo que no hace nada. Y que conste que cuando digo poco inteligente no me refiero a gente con déficit mental, me refiero a gente con un coeficiente dentro de la media pero inferior a la persona con la que estoy comparando todo el rato. Pongamos nombres: tenemos a Pepe y a Mario. Ambos han estudiado psicología y ambos trabajan en el departamento de recursos humanos. A los dos se les pide el mismo objetivo: manejo del personal contratado y selección del nuevo personal. Pepe tiene una muy buena visión y percepción de la personalidad de los candidatos y contratados, por lo que le resulta fácil distinguir a los que son válidos o no (digamos que tiene un don). Mario sin embargo, es un poco mas torpe para esto y necesita indagar más a fondo en la historia y currículum de cada candidato y contratado por lo que mientras Pepe está 4h, Mario está 7 para ambos obtener el mismo resultado. Y yo pregunto, llegado el momento ¿a quién cogerías como jefe del departamento de recursos humanos? Mi respuesta sería al más eficiente y que por supuesto haga bien su trabajo.
El ejemplo es para que veáis un poco por dónde quiero llevar mi argumentación. Creo que lo que hay que premiar es al que sobresale, sea por el motivo que sea. Si eres más inteligente, esa suerte que has tenido. En la vida hay desigualdades hay que aceptarlo. No todo el mundo puede ser todo en esta vida. No todos podemos hacer lo que queramos, porque chocamos contra las leyes de la naturaleza propias. Ni yo valgo para cantante ni el vecino para ser médico y todos tan anchos y felices. Lo que sí que tengo claro, es que las limitaciones deben ser las intrínsecas de uno mismo y no las desigualdades socio-económicas. Es decir, uno debería ser capaz de ser lo que quiera ser independientemente de que sea rico o pobre. De ahí que sea tan importante cuidar la educación pública. Pero insisto, si uno no tiene madera de algo, no la tiene. Es fisiológico y no se puede ni podrá cambiar.
Creo que una persona para sacar el mayor partido de sí misma, antes de saber qué puede hacer, ha de ser consciente de sus propias limitaciones. Eso es lo que yo considero una persona inteligente. Sabe atajar y adelantarse a lo que va a hacer peor, puesto que sabe que en ese terreno no se va a mover bien. No tiene la absurda esperanza de llegar a ser algo que nunca será por simple mediocridad. Puede que suene duro, puede que sea descorazonador pero es que me parece absurdo que mucha gente se crea que vive en una película Disney donde todo es posible y donde todos acabaremos cantando al son de la misma música. Joder, vivimos en el mundo real. Hay injusticias, sí bienvenido. Quizás me sea más fácil decir todo esto porque vivo en una casa de puta madre, estoy estudiando lo que quiero y básicamente tengo un futuro alentador. Pero eso no quiere decir que no lo sepa valorar, ni que sepa que, si hubiese nacido de otra manera (más tonta, más vaga) por mucho dinero o mucho que me quisesen  mis padres, no habría llegado a nada, porque "se nace, no se hace". Se puede perfeccionar, pero no se pueden cosechar peras de un olmo. Al menos es lo que decía mi abuela y la considero una mujer muy sabia...

viernes, 13 de abril de 2012

Forgiveness as forgetting someone.

I am starting to forget you. I don't think about you that much and it's supposed to be a good thing... Although I feel sad. It is funny how life puts you by accident in front of someone you'll never forget, without you even noticing, it becomes the one thing in your mind.
I was trying to hide it but now I'm trying to find it. It is stupid, I know... but today I woke up feeling a heavy heart, because I certainly wish you were here sometimes. Because when things weren't easy I liked to be able to rely on you.
But like everything I've ever known it will disappear one day, so I think it isn't even worth trying to hold on so tight. I might as well let it go.
I hate complexity and I hate simpleness, both of them can give me the worst headaches. It also bothers me to overanalyze everything this much. I can't feel any feeling without flailing it. Some people say that it's because I am intelligent... Well I disagree. I think it is more related to personality, which means that I've been raised to question absolutely everything I do, see, listen... or feel. I wasn't taught to overanalyze my feelings, but it just came along with the other stuff my parents told me to do in this life.
I do feel so much better when I am away. Maybe I should take off, grab a backpack and get the hell out of here. "Get lost so I can find my self" kind of bullshit... which I am starting to think is not such kind of thing.
I don't know why I am writing in English today. It might be the weather, who the fuck knows.

I feel numb.


jueves, 12 de abril de 2012

Soñar = Masoquismo


He descubierto la manera definitiva de autocastigo-masoquismo. Lo peor de todo es que ni siquiera lo podemos controlar. Es nuestro subconsciente el encargado de hacernos sufrir... eso es, mediante los sueños. Porque los sueños cuanto más maravillosos, más te destrozan al despertar. Porque eres capaz de sentir todo lo que tu mente coloca ahí para ti. Esa persona que está lejos y que hace tiempo que no ves, por fin la tienes contigo, en la misma habitación. Os podéis dar las manos. Os decís que os queréis y que nunca más os volveréis a separar. Un cuento de hadas que te da una ostia cuando abres los ojos.
Pero no es solo eso, es que cuando te despiertas, sigues teniendo los sentimientos evocados por el sueño, lo cual te confunde aún más. Me acabo de echar una siesta y he soñado con algo que llevo evitando algún que otro mes ya, y me he despertado sintiéndome como al principio, como si no hubiese evolucionado. 
¿Cómo se hace cuando el subconsciente te tira para atrás y tu mente consciente te dice que hay que seguir hacia delante?
Hay muchas teorías que defienden que el subconsciente es lo que realmente queremos. Yo tengo claro que es así, sin embargo también sé que "querer" no es sinónimo de "poder"... Por mucho que diga la canción de Diego Torres. Querer es sinónimo de frustración en muchos casos, sobre todo cuando se convierte en ansiar algo con más fuerzas que nada. Cuando acabas por pensar que tu vida perdería el sentido si no lo obtuvieses. Eso es obsesión. 
Entre eso y la presión social de que todo ha de ser superado para poder ser considerado "curado" creo que se comete un gran error. Yo creo que superar debería equivaler a aprender a vivir con algo. Yo tendría que aprender a vivir con el hecho de que siempre, pase lo que pase, me hubiese gustado tener la oportunidad de estar con esa persona que hoy se ha pasado por mis sueños, al igual que otros tendrán que aprender a vivir con otras cosas. ¿Lo mejor de todo? Que no puedo arrepentirme de nada, porque nunca hubo oportunidad, nunca estuvo allí. Y quizás eso me ayude a superar o a vivir con ello o a lo que coño signifique levantarme cada mañana e intentar no mirar hacia atrás, concentrándome mucho en ser feliz.

Y como no, un tópico que me viene a la cabeza cada vez que pienso en los sueños, el final de "La vida es sueño" de  Calderón de la Barca:

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ficción,
una sombra, una ilusión,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

martes, 3 de abril de 2012

A dos metros bajo tierra

Todas las cosas.
Todas las personas.
Todos los lugares.
Tienen su final.

He vuelto a terminar esta grandiosa serie. No puedo parar de llorar.

domingo, 1 de abril de 2012

La fórmula para vivir más tiempo

Si viviese en un mundo paralelo donde 1 año fuese como 30 años... ¿viviría más tiempo?